Darwin y las Galápagos
13 islas grandes, 9 medianas y más de 100 islotes componen este archipiélago que, si te gustan los animales, te va a volver absolutamente loc@. Tan único es que hasta el mismísimo Darwin cuando lo visitó flipó en colores.
El naturalista llegó a Galápagos en 1835 a bordo del Beagle y pronto se dio cuenta de que los animales de la isla eran diferentes a los que había visto en “tierra firme” y pensó que quizás las características físicas de los animales podían cambiar y adaptarse al entorno… Y ¡zas! La formulación de la Teoría de la Evolución ya estaba lanzada.
Muelle Tijeretas (San Cristóbal)
Nadar con leones marinos en su hábitat natural será una de las mejores experiencias que vivir en Galápagos, y nuestro bautizo con estos simpáticos mamíferos fue en el Muelle Tijeretas (hemos de reconocer que estábamos un pelín acongojados).
Para llegar te recomendamos antes acércate hasta el Centro de Interpretación, donde aprenderás más sobre la formación de estas islas y sus singularidades. Y desde aquí seguir el sendero hasta el mirador de Tijeretas para disfrutar de unas preciosas vistas. Acto seguido solo quedará bajar al muelle y ¡splash, al agua!
Si tienes suerte nadarás con lobos marinos, tortugas, iguanas marinas y peces, e incluso serás testigo de cómo los piqueros azules se lanzan como proyectiles a la caza de sus presas (su nombre proviene de la forma en que se lanzan en picado al agua). No te olvides llevar una cámara acuática para inmortalizar el momento.
Tras nadar en Tijeretas puedes regresar al pueblo por otro sendero haciendo dos paradas extra: una en la Playa Punta Carola en la que también verás lobos marinos e iguanas a tutiplén, y la segunda en Playa Mann, donde contemplamos un atardecer bien guapo